Que la ciudad de Lowell (Massachusetts) es uno de los mejores ejemplos de revitalización de un territorio a partir del patrimonio (industrial) está fuera de dudas. Sin embargo, una serie de factores hacen que, como ejemplo, no sea demasiado válido, ya que es excepcional en muchos aspectos. Como excepcional es el tratamiento que se le ha dado: Lowell es el único “National Park” urbano de EE.UU. Esto quiere decir que recibe generosos fondos federales. Resulta curioso ver a los rangers pasearse por sus calles vestidos como si estuvieran en un bosque. Pero esta excepcionalidad, está justificada por la originalidad del proceso de creación de la ciudad tanto como por su posterior desarrollo.

Su inspirador, Lowell, pensaba en impulsar la industria sin crear un proletariado miserable como el que ya existía en Inglaterra. La receta de sus sucesores fue emplear a chicas jóvenes de la zona, las “Mill Girls” campesinas, que sólo trabajarían en las fábricas durante unos años, para luego regresar a su hogar en el campo. Algunas de estas mujeres dejaron escritos interesantes, cuando no apasionantes, de su vida en la industria. Y estos escritos empezaron a crear, hace más de siglo y medio, la particular imagen de la ciudad.

Uno de los bloques destinados a residencia de las “Mill girls”

Otro factor que la distingue es la gran cantidad de maquinaria en buen estado, funcionando, que se conserva. La maquinaria ha encontrado su lugar en el museo. Se mantiene en activo, y emplea a un grupo de antiguos trabajadores, realimentando positivamente el sistema, ya que el museo se ha convertido en el principal atractivo de la ciudad. Evidentemente, la gran calidad (y cantidad) de material expuesto y las especiales condiciones del museo limitan notablemente la posibilidad de que aparezcan otros museos textiles en las proximidades, incluso en un radio muy amplio.

Otro aspecto interesante es la conservación de los canales. Estos aprovechan el salto natural del río MerrimacK, domesticado ya en los armeros tiempos con el llamado “Pawtucket dam”, sin el cual, la industria nunca habría aparecido. La combinación de los canales con los enormes edificios industriales le dan un aspecto característico a la ciudad. Estas industrias, como la que alberga el museo, concentraban todos los procesos textiles, de la bala de algodón al tejido final, en un único edificio, a diferencia de lo que era habitual por ejemplo en Europa.

El otro factor que singulariza el entorno es el mantenimiento de diversos barrios étnicos que son reflejo de las diferentes oleadas migratorias que revitalizaron la ciudad. El proceso que ha llevado a la valorización de la inmigración como un fenómeno enriquecedor ha tenido su reflejo territorial en un renovado interés por mantener una imagen cuidada, “auténtica”, de cada barrio y, como resultado, del conjunto de la ciudad.

El resultado de la combinación de estos tres factores: una imagen tradicional sólida, una gran cantidad de elementos patrimoniales bien conservados y una buena imagen propia de la población han creado (más bien re-creado) un espacio de gran interés. Una fuente importante de valor añadido que beneficia a las empresas y que permite reinvertir en conservación.

No cabe duda de que Lowell es un hito importante en la utilización del territorio para el desarrollo regional. Como tampoco lo es que hay que ser muy cautos a la hora de toma esta ciudad como un ejemplo a seguir. Ser consciente de las propias limitaciones es siempre importante.

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